Cada cosa que vemos cubre otra, y nos gustaría mucho ver lo que nos oculta lo visible…
Por Lía Barbery | Coach Personal. Escritora | Creadora del Sistema NeuroCoaching® | www.liabarbery.com
¿Por qué arte?
…porque es una fortaleza hecha e interpretada a la medida de cada uno, y a la vez universal, expresada de forma particular, que manifiesta de forma extraordinaria nuestros talentos para alcanzar la expresión más sublime a la que estamos llamados los seres humanos: la de vivir en estado de bienestar.
No basta con sobrevivir, el mandato es el de vivir y hacerlo con intensidad y plenitud. Y una de las claves para conseguirlo es la de cultivar la gratitud como gran recurso potenciador del resto de nuestras fortalezas, a la vez que despertador de nuestras debilidades, la gratitud es el motor que pone en marcha la amplitud de nuestra visión y nos aleja de nuestro propio ombligo para colocarnos en un entorno de crecimiento sinérgico.
La resiliencia y el arte son formas de descifrar y transitar la vida. En ambos casos estamos hablando de interpretaciones del mundo y sus contenidos, así como de las respuestas que damos a estas interpretaciones.
La vida no es lo que te ocurre, sino lo que haces con lo que te ocurre; una vez más, como el arte, necesita de nuestra interpretación para ser validado.
El genial pintor René Magritte, (Lessines, Bélgica 1898-1967) lo representa magistralmente en su obra Las vacaciones de Hegel de 1958.
No resulta curioso el título que elige el pintor aludiendo a la dialéctica del filósofo alemán, y al juego de aparentes opuestos que nos ofrece, ya que en su pintura podemos interpretar que el agua, al tiempo que es aceptada por el vaso, es repelida por el paraguas.
Ciertamente, yo quiero ir más lejos, lo llevo al terreno del coaching, y particularmente al tema que nos ocupa hoy, la resiliencia.
Por ello, propongo que aceptemos la invitación de Magritte en la que nos seduce a entrar en percepciones alternativas que superan el dualismo blanco/negro, bueno/ malo, pierdo/gano, lindo/feo.
Usar la creatividad, rechazar lo obvio, nos está animando a llenar de contenidos cada resquicio y nos entrena en la lectura de la letra chiquitita, en la que parece decirnos:
“Oye, acepta que está lloviendo – y eso no lo puedes impedir-, piensa qué puedes hacer para que el agua te afecte lo menos posible, y además, considera qué beneficio puedes sacar de esta mojadura… Es cierto que estás protegido por un paraguas, aunque igualmente podría salpicarte; te propongo que pruebes a colocar un vaso sobre el paraguas, y verás que cuando deje de llover, habrás conseguido acumular una cantidad de agua que te resultará muy beneficiosa”.
Este cuadro nos habla de los acontecimientos que se encuentran más allá de nuestras posibilidades de control frente a los cuales podemos adoptar dos posturas: lamentarnos (mojarnos) o desplegar recursos (abrir un paraguas), para que el perjuicio sea el menor posible (mojarnos poco y secarnos rápido), y además y por encima de todo, capitalizar la experiencia para fortalecer nuestras destrezas de personalidad resiliente, ya que no solo somos capaces de recuperarnos del evento (secarnos), sino, y esto es lo maravilloso del ser humano, podemos, a partir de esta vivencia, sacar un beneficio (hemos colocado un vaso en el que se deposita agua fresca) que nos permitirá en el futuro contar con nuevos recursos de gestión de situaciones adversas.
Las adversidades son oportunidades para construir la personalidad resiliente.
La palabra RESILIENCIA proviene del vocablo latino “resilio” que significa volver atrás, rebotar. En física, se refiere concretamente a aquellos objetos que tienen la capacidad, tras recibir un golpe, de volver a su forma anterior, y es de allí de donde la toman las ciencias sociales para describir las personalidades resistentes o personalidad del superviviente
La resiliencia es una capacidad innata que potencialmente todos poseemos y que nos permite, después de vivir una situación adversa o crítica, recuperarnos, seguir adelante y hasta en muchos casos salir fortalecidos.
Al igual que tantos otros talentos que tenemos, debe ser ejercitada para poder disfrutar de la misma, de manera que esta facultad se entrena, desarrolla y optimiza a medida que vamos viviendo y asumiendo con responsabilidad los sucesos a los que nos enfrentamos.
«Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.
En multitud de ocasiones, son las circunstancias excepcionalmente adversas o difíciles las que otorgan al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo»
Un proceso que dura toda la vida y que nos permite ser más eficientes y asertivos.
Al entrar en esta dinámica de bucle ascendente, estamos creciendo en resiliencia, y comprobando la vieja premisa de que “lo que no te mata, te fortalece”.
Frente al impacto de una situación traumática pasaremos por un ciclo que nos lleva, antes que a nada, a la negación de lo vivido (¡oh! Por qué siempre me ocurre a mí), luego al miedo por la nueva situación a la que debemos enfrentarnos (siento miedo ante cualquier cambio), de allí pasamos a la frustración porque nos sentimos incapaces de gestionar lo que está ocurriendo (no podré con esto, siento que me supera), pasado este período comenzamos a construir en resiliencia, por lo que desarrollamos nuevas habilidades y recursos hasta que completamos el ciclo, ya fortalecidos y reformulados en nuestra percepción de nosotros mismos; se puede decir que nos hemos reinventado.
El ciclo se cierra de forma adecuada, es decir, generando empoderamiento, cuando nos hemos preguntado:
• ¿Qué tiene este evento que pueda enseñarme?
• ¿Qué herramientas o habilidades debo aprender para superarlo?
• ¿Qué puedo hacer a partir de esta situación?
En esta etapa del proceso es fundamental que hagamos elecciones optimistas, que pongamos nuestras expectativas a funcionar en positivo, siendo creativos y entusiastas. Crearemos hábitos que nos impulsen y estimulen, que nos hagan sentir comprometidos con nuestro bienestar y responsables del mismo.
Victor Frankl. Viena, 1905. Médico psiquiatra, creador de la Logoterapia, sufrió internamiento en los campos de concentración de Auschwitz y de Dachau, falleció en Viena en l997.
La Logoterapia basa sus principios en la búsqueda que hace la persona para conectar con el sentido de su vida, siendo esta búsqueda la fuerza más movilizadora para el ser humano. Y como es lógico, es una búsqueda y una satisfacción personal e intransferible, un camino que hacemos cada uno de nosotros de forma específica. Una búsqueda y un camino que hace cada individuo de acuerdo a su propia idiosincrasia. Varios estudios estadísticos demuestran que es esta ansia de búsqueda de sentido y finalidad en la vida la que mayoritariamente impulsa a las personas.
Superar la indefensión aprendida, entender que si en algún momento de nuestra vida hemos sido incapaces de superar los obstáculos, no quiere decir que la incapacidad se perpetúe en nosotros, y al mismo tiempo reconocer nuestra vulnerabilidad y tener el coraje suficiente para pedir orientación y ayuda para reinterpretar la situación y reformular nuestra postura frente a la vida y sus circunstancias.
Es como si la vida y nuestro devenir dentro de ella pudieran ser percibidos como un gran puzle que indefectiblemente volverá a desarmarse (la vida es un juego) Y volveremos a armar el puzle, y cada vez que lo armamos, descubrimos que es más fácil de reconstruir y que además hasta podemos disfrutar del proceso. Estamos experimentando con consciencia plena los desafíos de la vida.
Te dejo aquí algunas CLAVES:
Narrativa Terapéutica. Reescribe tu propia historia.
Verbalizar las emociones es siempre terapéutico. Cuando lo hacemos de forma escrita estos beneficios se incrementan sensiblemente.
Prueba a realizar una narración sobre el episodio adverso que has vivido, tú serás el protagonista, o sea que estará escrita en primera persona, y el final de tu narración en cualquier caso será un final feliz. En este final se evidencian los cambios positivos que se han operado en ti y las estrategias resilientes que has utilizado. La narración describe el proceso que has atravesado, deteniéndose en el que eras al comienzo y esta nueva persona resiliente en la que te has convertido.
Este es un escrito privado, solo para ti. Encuentra un lugar cómodo para hacerlo y escribe sin parar durante 20 minutos y durante cuatro días consecutivos.
Recuerda siempre describir en la narración las emociones que vives a lo largo del proceso.
¡Utiliza el método Noé!
En mis cursos siempre hago referencia a este recurso cuando pretendo construir en resiliencia a manera de colchón. La mejor resiliencia es la que actúa de forma preventiva de las situaciones traumáticas. De manera que es bueno preparar el terreno, empoderarnos antes de que las circunstancias desfavorables se presenten. Ya sabemos que estar vivos conlleva la condición de vulnerabilidad. Los riesgos son inherentes al hecho de estar vivos.
Si reconocemos que esto es así, actuemos y hagamos como hizo Noé. Este personaje no esperó a que empezara a llover para construir su famosa arca, comenzó antes, y gracias a su previsión pudo llevar a cabo su objetivo. Pues bien, sigamos su ejemplo.
Preparemos un listado con todas aquellas características individuales que construyen nuestra personalidad resiliente.
¡La figura del Arca son nuestras capacidades, para que cuando nos caiga el chaparrón nos encuentre bien pertrechados!
Haz un trato contigo mismo.
La próxima vez que te encuentres frente a una situación conflictiva o que tú percibas como adversa, desafíate y plantéate preguntas que te empoderen, que te permitan indagar sobre alternativas diferentes, estrategias que no has utilizado hasta el momento. Pregúntate, por ejemplo: ¿por qué no?, ¿qué pasaría sí?
Piensa en alguien que tu consideras que tiene la destreza ideal para dar la mejor solución al tema en cuestión, y pregúntate ¿qué diría/haría, ella/él en esta circunstancia?.