«Nunca escribiría sobre algo que me aburra»

[Entrevista]

Acabas de publicar Idus de sangre, tu cuarta novela, ¿eres un autor de novela histórica o cultivas otros géneros?

—Hoy se me puede considerar autor de novela histórica, puesto que las cuatro escritas lo son; aunque he publicado dos libros de poemas y relatos cortos de ficción, además de multitud de textos en revistas y periódicos. Ciertamente, me apasiona la historia y dar a conocer anales poco sabidos por la mayor parte de la población, como hice con mis dos primeras novelas, El fuego de bronce y La cruz de plata. Es más, aunque mi última publicación cuenta un hecho conocido de Roma (la conspiración para asesinar a Julio César, su muerte y sus consecuencias) incorporo una circunstancia desconocida por el público, cuyo desarrollo y protagonistas son parte fundamental de la trama. Mis próximos proyectos contarán hechos históricos, entrelazados con ficción, como hago siempre. También tengo en mente varias novelas, pero en entornos históricos de siglos pasados.

En otras ocasiones has comentado que para ti la historia antigua de Roma es un periodo muy interesante. En el caso de Idus de sangre y Roma -como ciudad ideal para contar esta trama del asesinato de Julio César- no te habrá resultado difícil tratar con las fuentes históricas.

—No ha sido difícil, puesto que hay magníficos ensayos de buenos historiadores, además de fuentes accesibles de la época. La antigua Roma está muy documentada, entre otras cosas porque grandes hombres de la época escribieron sobre ella. Sin ir más lejos, en un capítulo de Idus de sangre reproduzco algunos párrafos de las conocidas Filípicas, donde se recrean discursos que Marco Tulio Cicerón espetó a Marco Antonio en el Senado. Nada mejor que poner en boca del sabio orador sus propias palabras, en algunos momentos cruciales. Más autenticidad, imposible.

Aparte de Idus de sangre, tienes publicadas tres novelas más, El fuego de bronce, La cruz de plata y La campana y el cañón, también históricas.

—Las tres históricas, en efecto, aunque en La campana y el cañón la trama principal es ficción, pero inmersa en hechos históricos, como fue el alzamiento en Madrid el 2 de Mayo de 1808, contra las tropas invasoras de Napoleón. Los protagonistas principales son los mismos de El fuego de bronce que, por cosas del destino, luego de separarse 11 años antes se reencuentran en la capital de España justo antes del levantamiento del pueblo madrileño contra los franceses.

Naciste en Ceuta en el año 60 y viniste de pequeño con tu familia a vivir a Tenerife. ¿Qué hubiera pasado si el destino de tu padre hubiese sido Roma?

—Soy incapaz de ni siquiera figurarme ese destino. Curiosamente, hablando del “destino”, en Idus de sangre desarrollo una reflexión sobre sus dos vertientes, el determinismo y el indeterminismo. Uno de sus principales personajes, Próculo Valerio Cato, se ve inmerso en continuos avatares del destino, según consideremos que las propias decisiones no son más que parte de la predestinación.

Destacamos el ensayo sobre el teniente general don Antonio Benavides, un matancero ilustre, además de protagonista de tu novela La cruz de plata. ¿Te hubiera gustado conocer personalmente a ese hombre tan bueno, tan cercano y tan universal? ¿Cómo hubiera encajado en la sociedad del siglo XXI?

—Sería fantástico poder viajar en el tiempo y conocerlo. Según concluí luego de la dificilísima tarea de documentación del personaje (esta sí lo fue, porque es escasísima y el trabajo de investigación fue muy arduo) llegué a la conclusión que fue un hombre excepcional en todos los aspectos, humanos y profesionales. Imagino que hubiese encajado con gran esfuerzo en esta época en exceso frívola y superficial. Aunque en la sociedad actual también hay personas dignas de admiración, como lo fue él. La honestidad, la honradez y el talento personal no dependen de los tiempos sino de la decisión y virtudes individuales, aunque nos lo ponga muy difícil este entorno viciado.

Nos contaste que has trabajado en otras cosas, ¿cuándo decides dedicarte a la escritura? ¿Cuáles fueron tus comienzos?

—Siendo un alto ejecutivo de una importante empresa canaria, dediqué muchos fines de semana a escribir. Un día decidí dar un giro total a mi vida y dedicarme a las letras por completo. Me pilló en el trance la puñetera crisis económica que explosionó a principios de 2008. Aún lo estoy pagando. Pero no dejo de perseverar. Y ya creo que empiezo a ir a velocidad de crucero. Antes de dar ese paso, publiqué un poemario, Bajo la nube gris, en el que incluí unos relatos cortos muy interesantes. Fue mi primera experiencia literaria.

Volviendo a tu última novela Idus de sangre, recordamos al lector que con idus de marzo, se conmemora la fecha del asesinato de Julio César (15 de marzo) que has mezclado con ficción para contar la trama de este asesinato: poco antes de los idus de marzo del año 44 a.c. llega a oídos de Marco Cornelio -un tabernero- la intención de conspirar contra César. El intento de avisarle cambia su vida y la de toda su familia. ¿Qué se encontrará el lector en esta novela?

—Los idus de marzo, el 15 de marzo, era el día que Roma dedicaba a Marte, Dios de la Guerra, un dios muy poderoso y venerado. Ese día de 44 a.c., César tenía previsto dar un importante discurso en la Curia de Pompeyo, la segunda sede senatorial, más grande que la Hostilia, la principal, allí precisamente porque se suponía una gran asistencia de senadores (no siempre asistían todos, llegaron a ser 900). Dos días después marcharía con sus legiones contra los partos, un pueblo muy belicoso, cuyo ejército había masacrado al de Marco Licinio Craso y ejecutado a éste de manera terrible. El lector hallará en Idus de sangre dos historias paralelas: la histórica, todos los acontecimientos, cronológicamente narrados, desde la conjura para asesinar a Julio César, el asesinato y las posteriores consecuencias, tan extraordinarias que, muy lejos de evitar que peligrara la República, que pretendían los magnicidas, la muerte de César destapó a uno de los más ambiciosos genios de la política de todos los tiempos, su heredero, hijo adoptivo, sobrino nieto, Cayo Octavio Turino, primer emperador de Roma, reconocido como Imperator Cayo Julio César Augusto (tomó el nombre de su padre adoptivo). Las guerras; la persecución de los asesinos de César; el enfrentamiento entre Octavio y Marco Antonio por el poder; la apasionante alianza amorosa, política y militar entre Marco Antonio y la inteligentísima y embaucadora Cleopatra VI, de la que se enamoró perdidamente el poderoso romano, tanto que hasta se enfrentó a su patria, por su ciego amor a la reina egipcia. Paralelamente, un personaje de ficción, Marco Lucio Cornelio, se ve envuelto en dificultades por tratar de avisar a su amado general de la conjura asesina. Los datos que aporto solo son superados por la intensidad de la historia y el suspense que podrá sentir el lector.

La portada, además de una corona de laureles, unes manchas de sangre, ¿crees que nos sirve también para ilustrar el binomio poder-corrupción del siglo XXI?

—Sin duda. Ese binomio se da hoy y se dará por los siglos de los siglos, si no cambian mucho los planteamientos en los que se basan los sistemas políticos actuales. Por cierto, la portada me parece espectacular. Mi nueva editorial, Almuzara, cuida de manera soberbia la edición de sus libros.

Para conocerte un poquito más como escritor, ¿te marcas algún horario para escribir? ¿Cómo sorteas los momentos en blanco? ¿Tienes alguna manía a la hora de escribir, a mano o a ordenador, oyes música?

—No tengo horarios inflexibles, pero trato de comenzar temprano, cuando termino las tareas habituales. Pero una vez que empiezo, no lo dejo más que para comer. Trato de concentrar tareas fuera de casa en jornadas concretas, para dejar todos los días posibles sin otra ocupación que el escribir (o documentarme e investigar que es parte del proceso). Si estoy muy a gusto y lanzado, me tomo cualquier cosa que no me quite tiempo, me hago varios cafés muy poco cargados, de los que solo engañan el estómago, y no dejo el teclado hasta que me cruje la espalda. He llegado a escribir 14 horas sin parar, más que para visitar el cuarto de baño y hacerme cafés acompañado de galletas integrales que me como mientras escribo. Esos días son extraordinarios. He tenido muchos y espero seguir teniendo cientos de ellos. Por fortuna no sufro de muchos momento en blanco, cuando sucede siempre hay algo que hacer. Escribo en el ordenador, me encanta ver y escuchar la lluvia, prefiero mil veces escribir con bufanda que pasar calor.

¿Nos puedes adelantar algo sobre tus proyectos?

—Ahora estoy trabajando en una novela nueva, basada en un acontecimiento muy poco conocido por la población, acaecido en Canarias, y sin embargo de una trascendencia histórica de primerísimo orden. Una historia apasionante, con trama real y ficticia entrelazada, como siempre hago. Nos iremos al siglo XVI.

Confiesa, ¿sobre qué no escribirías en tu vida?

—Sobre algo que me aburra.