«yo me hacía ovillos con las hebras más largas y las llevaba a casa de la otra abuela para aprender rosetas»
Un 24 de marzo de 1965, en Palo Blanco —zona de medianías de Tenerife— y en medio de una familia de agricultores Lola da a luz a un niño que, ni por asomo, hubiera pensado que hoy en día abanderaría todo un movimiento de Hombres Tejedores de Canarias.
En la actualidad Toño —como cariñosamente lo llama su familia— es un hombre dedicado a su madre y a lo que más le ha hecho feliz toda su vida: el calado y la roseta canaria. Es muy habitual verle tanto en ferias nacionales como internacionales.
Debió ser un niño desinquieto, pero con una gran creatividad, tanto que sus abuelas, para entretenerlo y que les dejara trabajar, le daban un pique pequeño y así, poco a poco, fue aprendiendo la técnica de la roseta.
Este niño, en aquel entonces diferente al resto, disfrutaba viendo a sus abuelas sentadas en sendos bastidores calando inmensos e interminables manteles. Él aprovechaba y metía sus deditos para sacar hebras de aquellas telas y, como recompensa, su abuela le permitía hacer festones, en la orilla de los calados, donde no se estropeara la labor. Emocionado nos confiesa: “yo me hacía ovillos con las hebras más largas y las llevaba a casa de la otra abuela para aprender rosetas”.
Las manos de Antonio a la vez que son bruscas y toscas, dominan la técnica del calado y la roseta con tal finura que para muchos representa un referente en esta maestría, a pesar de que obtuvo el carné de artesano hace sólo dos años y poco.
Antonio en la actualidad está muy solicitado como monitor de calado y rosetas, tanto por instituciones como entidades privadas, por eso, yo siempre le digo que se ha convertido en el «rosetero mayor del reino».
El se ríe, pero no esconde su honestidad y respeto por todas las maestras artesanas de las que ha aprendido. Como miembro del movimiento de Hombres Tejedores de Tenerife, lideró las performances que durante el V Festival de Lana de Canarias se celebraron en La Orotava el pasado mes de junio.
Sin duda podemos decir que Antonio, como hombre tejedor, ha contribuido junto con el Cabildo Insular y resto de instituciones a poner en valor esta artesanía.