Los instrumentos musicales han estado anclados a una forma clásica durante siglos. El arquetipo de construcción se ha reproducido constantemente con el objetivo de mejorar cualitativa y cuantitativamente el sonido a partir de aquello que se conoce como efectivo.

Por David Sánchez-Luthier

La funcionalidad ha sido y será la principal meta del luthier, que se esfuerza por conseguir una producción sonora rica y armónica. Pero, ¿y si nos planteáramos un dilema diferente? Es posible lograr esa misma funcionalidad acercándonos a otros lenguajes más expresivos, creando un binomio entre función y belleza estética estable y coherente. Es a partir de este momento cuando nace mi concepto de expresión dentro de la lutería.

Fuente de inspiración

La lutería es una disciplina que se enfoca en la fabricación de instrumentos musicales. Su definición ha cambiado a lo largo de las últimas décadas y se ha contextualizado en cada periodo histórico. Se trata de una especialidad multidisciplinar que bebe de diversas fuentes, como la química, las matemáticas, la ebanistería, etc. Con estos antecedentes no es de extrañar que me plantee el ir añadiendo nuevas ramas que puedan nutrir el oficio. Mi contacto con otras vertientes, que en principio no tienen nada que ver con esta, me permite explorar nuevas opciones de materiales, de formas, de colores, de texturas y de posibilidades a la hora de diseñar y expresar mi intención. Con esta amalgama de ingredientes me acerco como fuente de inspiración a tres áreas concretas.

1.- A la joyería a través de la amistad con Juan Gil. Un artesano de la isla de Tenerife que explota con gran capacidad el poder visual de la forma y la plasticidad de los materiales. En este punto extrapolo su concepto a la madera como soporte básico, entendiendo el impacto de esta forma en el conjunto del diseño.

2.- A la arquitectura, por su capacidad funcionalista, pues es capaz de crear espacio con un verdadero lenguaje artístico. Propiciando una comunión perfecta entre la función y la belleza intrínseca de los diseños. Frank Gehry, Norman Foster, Antoni Gaudí, Oscar Niemeyer y un largo etcétera son algunos de los innumerables genios a los que me acerco humildemente como fuente de inspiración.

3.- A la gastronomía, por su demostrada habilidad para desconceptualizar ideas preconcebidas. Como por ejemplo la técnica de deconstrucción que acuñó Ferrán Adriá. Sobre todo, por entender que la comida puede ser algo más que cubrir una necesidad tan básica como es alimentarse. Entendiéndola también como una fuente de sensaciones y vivencias

Del concepto a la obra

Una vez asumido el reto y con las premisas claras comienza el proceso de diseño para hacer realidad la idea. Partiendo de un material tan distinto a estas fuentes empieza la metamorfosis de la madera hacia un lenguaje distinto que entiende un instrumento musical como algo más allá de la pura herramienta de trabajo de un músico; desarticulando el concepto preconcebido que la sociedad tiene para una guitarra en concreto. Cuando pensamos en ella inmediatamente nos invade la imagen clásica. Pero tomando la forma, la textura, el color y el diseño como fuente de trabajo las cosas cambian y los resultados también.

Uno de los retos no solo fue dar otra visión a la guitarra sino conseguir que fuese totalmente operativa y aportarle potencialidades que no se encontraran en el mundo tradicional. Por ello se recurre a la innovación tecnológica, y se apuesta por un sistema de amplificación de alta calidad que reproduzca el sonido eléctricamente y permita a este instrumento conversar en cualquier contexto musical con garantías de eficiencia y efectividad.  Con este planteamiento se recurre a un sistema piezoeléctrico que es capaz de modular el sonido aportando versatilidad y matices en el producto final. Asimismo presenta la posibilidad de conexión a software y hardware externo, con lo que los músicos pueden mezclar y usar los diferentes dispositivos como fuente de mezclas de sonido. Otra de las ventajas es el estudio, pues es posible su uso sin la producción de sonido, solo con auriculares que actúan como tutorial a la hora de practicar ejercicios, un extra añadido que agradecen los músicos y también las personas colindantes.

La afinación es también una preocupación. Se ha apostado por un sistema de ensamblaje ajustable mediante métrica, lo que significa que el instrumento puede ser ajustado en todo momento por el ejecutante, pues con una simple llave se corrigen los defectos de altura, tensión, acción y quintado de las cuerdas. Todo ello rematado por un clavijero mecánico de precisión que refuerza el sistema.

Sin ánimo de prolongar más mis palabras y de delimitar la pasión que siento por esta especial idea de entender mi oficio dedico estas últimas líneas a la eminente estética, pues en muchas ocasiones la han comparado con una escultura sonora. Un término que me agradó considerablemente porque alude a mi intención como autor.