La importancia de las labores textiles canarias en el pasado está fuera de toda duda. Entre ellas merecen que se destaquen  los encajes, entendiendo como tales al calado y las rosetas, que a finales del siglo XIX adquirieron un destacado desarrollo técnico y económico, convirtiéndose en una estimable fuente de ingresos para miles de familias canarias

Por: Juan Carlos Camacho

Aunque debieron recorrer similares avatares comerciales, lo cierto es que en la actualidad la vigencia del calado y la roseta en Tenerife es desigual  si nos atenemos a la cantidad de artesanas/os que practican el oficio, siendo escaso el número de practicantes dedicados a la roseta, cuya técnica, conocida como “Encaje de Tenerife” o “Teneriffe lace” lleva el nombre de la isla desde hace más de una centuria.

Entre las iniciativas planteadas por el Cabildo de Tenerife para la recuperación de esta actividad artesana en riesgo de desaparición, cuyos resultados pueden ya verse en una de las salas del Museo de Artesanía Iberoamericana, se encontraba la de recopilar  toda aquella documentación que, con mayor o menor extensión, mencionara la existencia y el conocimiento de esta labor fuera de Canarias.

De modo muy resumido expondremos el material encontrado,  agrupándolo en tres bloques:

a) El primero lo conforman las revistas de labores cuyas publicaciones abarcan el primer tercio de siglo XX, casi todas ellas en el ámbito anglosajón, donde dedican números, en ocasiones monográficos, a la enseñanza del “Teneriffe Lace”. Ordenadas cronológicamente podemos enumerar las siguientes:

Weldon’s Practical Needlework, revista inglesa que en los años 1901 y 1902 dedicó tres números, subtitulados Practical Teneriffe Lace, a la difusión de este encaje, con esquemas bien descriptivos de las técnicas de elaboración, tanto de las propias rosetas como de las randas para insertar en los tejidos o para rematar los bordes; The Lace Maker, se trata del nº 2 de un primer volumen publicado en 1903 en Nueva York, por Sara Hadley; The Modern Priscilla, una publicación mensual de 35 páginas dedicada a labores textiles y que en abril del 1906 Cora Anderson escribió un artículo dedicado a nuestro encaje;  Needlecraft, (el arte de la costura), publicado por la Escuela de Bordado de Manchester, cuyo nº 35 del año 1909 abordó la técnica del encaje de Tenerife; Polka Spider-Web (tela de araña), que en sus tres ediciones, publicadas en Chicago a finales de los años 30, le dieron esa denominación al encaje aunque siguieron reproduciendo parecidos modelos de rosetas. Por último, aunque no sea exclusivamente de labores, la revista Blanco y Negro,  dedicaba también numerosos espacios a los trabajos del hogar, publicándose en diciembre de 1925 un pequeño artículo, donde se ensalzan las virtudes del encaje de Tenerife, un posible origen y su influencia en el resto del continente americano, diferenciando esta labor claramente de la del calado.

b) Un segundo bloque, sin duda el más interesante, lo componen pequeñas monografías, en algunos casos a modo de manual, que recogen con verdadera profusión una variada tipología de diseños y aplicaciones de los soles o rosetas que por aquellos años aún se confeccionaban:

Proctor Booklet of designs and instruccions for making Teneriffe and Filet Lace, algo así como Manual de diseños e instrucciones de cómo hacer los encajes de Tenerife y el Filet. Fue publicado por la empresa Proctor Teneriffe Lace Wheel Company en 1903, conteniendo 75 ilustraciones de rosetas.

Teneriffe Lace, diseños e instrucciones, publicado en Philadelphia en 1904, donde se explica la elaboración de 45 diseños de rosetas.

Teneriffa Spitzen. Pequeño folleto o manual publicado a lo largo de la primera década del siglo XX en alemán, francés e inglés, por la Bibliotheca D.M.C., perteneciente a una colección de 38 manuales de labores textiles, editadas por la fábrica de hilos de algodón Dollfus Mieg and Company.

Marie Niedner y Helene Weber elaboraron otro manual titulado Sonnen Spitzen (Encajes de soles) de 46 páginas con 120 ilustraciones con rosetas, algunas de ellas ya desconocidas, y con sugerentes aplicaciones. Data esta publicación de Leipzig (Alemania) de 1920.

Por último, el magnífico manual titulado Thesa Handarbeiten que destacan por la profusa variedad de diseños, bien explicados en más de un centenar de fotografías, y la imaginativa aplicación dada a las rosetas. Salieron a la luz al menos 8 ediciones entre 1920 y 1938, en Alemania y Austria.

c) En el tercero incluimos las referencias que se encuentran en los diccionarios y catálogos especializados:

The Lace Dictionary, New York 1913, que describe la voz “Tenerife” como un encaje similar a una tela de araña con motivos parecidos a los del encaje de Paraguay a base de ruedas y círculos; Grobes Handarbeitsbuch, publicado en Regensburg en 1914 especializado en los encajes de aguja, dedica al “Tenerife” 10 páginas; The Hispanic Society of América ubicada en Nueva York publicó en 1939 el interesante trabajo titulado Hispanic Lace and Lace making siendo su autora Florence May, en el que dedica a Canarias tres páginas donde se mencionan al calado, rosetas y al punto de aguja de Vilaflor;  El Catálogo de encajes, perteneciente a los fondos del Instituto de Valencia de Don Juan, elaborado por Mª Ángeles González Mena y publicado en 1976, se mencionan y describen las “rosas de Tenerife” como encajes a la aguja; Spitzen, Enciclopedia de la técnica del encaje, publicada en Leipzig en 1980, explica también los encajes de soles de Tenerife; Revista Narria, estudios y costumbres populares editada por la Universidad Autónoma de Madrid en la década de los ochenta, analiza en profundidad tanto las labores caladas deshiladas o bordadas como las rosetas o soles tinerfeños, haciendo referencia a sus posibles orígenes y expansión.

Afortunadamente, todos ellos los podemos encontrar en los fondos del Museo de Artesanía Iberoamericana, donde desde hace unos años se cuida y se mima esta técnica que lleva el nombre de Tenerife por todo el mundo.